jueves, 18 de julio de 2013

Construir viviendas para pobres

Por Javier Bleda


"Es fácil tener principios cuando eres rico. Lo importante es tener principios cuando eres pobre". 
                                                                                                                                                  Ray Kroc

  Hablar de principios casi siempre nos puede llevar al mismo sitio, es decir, al error. Parece común pensar mal de los ricos y creer que los pobres son limpios de espíritu, pero esto no siempre es así, cada uno es cada uno independientemente de su condición momentánea, más o menos duradera, respecto de sus bienes terrenales. Ahora bien, sí es cierto que ser rico lleva implícito el que una inmensa mayoría te respete como no respetaría a un pobre, eso es así, no lo vamos a negar aunque más bien parece que se trate de una herencia tribal que ronda nuestro subconsciente.

Hablar de principios de ricos y pobres no dejaría de ser una mera introspección en el campo de la demagogia de no ser porque, en este caso, de lo que se trata es de dirimir si se pueden dar facilidades de pago a los pobres a la hora de comprar una vivienda, y más si tenemos en cuenta que los mayores expertos en este campo, los bancos, nunca lo harían.

El profesor Muhammad Yunus,  Fundador del Grameen Bank de Bangladesh, mantuvo esta conversación con el director de un banco: “Cuando propuse al director del banco que debía dar préstamos a los pobres del pueblo donde vivíamos  todos, casi se cayó del cielo.  No podía creer siquiera que lo había propuesto.  Dijo:  “Es imposible.  No se puede hacer”.  Yo dije:  “¿Qué tiene de imposible?  Es una  cantidad tan pequeña de dinero que tendrá que dar que no les hará daño”.  Dijo:  “No,  no es cuestión de hacernos daño.  El dinero no es lo importante.  No es la cantidad.  Es sólo que en principio no puedo dar el dinero a los pobres”.  Dije:  “Eso es muy  curioso porque se supone que se presta dinero a personas que lo necesitan, y ellos son  los que lo necesitan”.  Dijo:  “No, aunque lo necesiten, no pueden conseguir un  préstamo bancario porque no son solventes”.  Por tanto, tuve una gran discusión sobre quién merece recibir un crédito y quién no, pero se mantuvo en su postura de que un  banco no puede prestar dinero a pobres porque no tienen solvencia”.

A veces se elaboran propuestas que se mueven en el campo de la pura teoría y que, a pesar de ello, terminan dando pruebas irrefutables de que dicha teoría debería ser práctica obligada. Este caso es el modo de operar de los bancos, para ellos no hay vida más allá de las garantías, y no es que se equivoquen porque su negocio es ese, ganar dinero a partir del dinero, pero se olvidan de lo más importante, las personas, por mucho que la constante publicidad con la que inundan nuestras vidas quiera hacer parecer lo contrario.

El profesor Yunus demostró que se podían dar préstamos a los pobres y esperar que estos los devolvieran con intereses incluidos. Y no solamente lo demostró, sino que hoy hay cientos de bancos y entidades crediticias de todo el mundo que utilizan esa política del microcrédito como una importante fuente de ingresos. Pero, aunque es cierto que dar un microcrédito a alguien puede ayudarle a subir un peldaño desde el fondo de la pobreza en que se encuentra, también hemos de asumir que es imposible adquirir una vivienda con un microcrédito, por lo que se hace necesario buscar otras soluciones o bien dejarse llevar por la tónica dominante en el mercado mundial del habitat, si tienes garantías te damos un crédito hipotecario y si no las tienes te buscas la vida y vives donde puedas con tu familia.  

Durante muchos años he vivido rodeado de gente pobre en África y, por circunstancias, al tiempo también he convivido con mucha gente rica, y no solo en África. Esta coyuntura bipolar de la vida me ha permitido constatar que, efectivamente, no resulta difícil tener principios cuando eres rico, si por principios entendemos respetar tus obligaciones y no molestarte en que te respeten, porque eso ya se da por sentado. No voy a descubrir nada nuevo si digo que muchos de los ricos que he conocido, a pesar de saber lo que son los principios, han hecho dejación de ellos de una manera verdaderamente obscena, lo que poco a poco me fue mostrando que el dinero podía dar muchas cosas, pero no garantizaba ser mejores personas.

Por supuesto, también he podido constatar lo difícil que es tener principios cuando eres pobre, porque la ley de la supervivencia te exige más de lo que muchas veces puedes llegar a pagar. Pero con todo, lo peor es que si eres pobre ya se da por sentado que, por no tener, no tienes ni principios, y eso no es así, al rico, y sobre todo al muy rico, le importa poco lo que los demás puedan pensar, pero el pobre vive constantemente cara a la sociedad, y será esa sociedad quien lo juzgue dentro de esa realidad cotidiana en que se desarrolla su día a día y el de su familia.

Cuando alguien me pregunta que por qué me dedico a hacer viviendas para los pobres, y no solo a construirlas, sino también a financiarlas a partir de darles facilidades de pago, no puedo evitar ver detrás de la mirada de mi interlocutor una suerte de escepticismo a partir de su creencia, errónea a todas luces, de que me muevo en un mundo fronterizo entre la utopía y la demencia empresarial. Pero ha sido esa convivencia de tantos años con gente que no tiene más que su honra, la que me ha hecho convencerme del gran negocio solidario que significa construir para los que ni sueñan con una casa.

En los tiempos que corren no es bueno mezclar pobres con solidaridad, porque puede dar lugar a equivocaciones a la hora de pensar si es que de lo que estoy hablando es de una ong. No, ni mucho menos, cuando hablo de pobres me refiero a gente no bancable, personas que no son bienvenidas en un banco porque se mueven en el sector informal para ganarse el pan, lo que bajo ningún concepto quiere decir que no ganen dinero, porque de hecho lo ganan y con él pagan su sustento, el de su familia y el alquiler del techo donde obligatoriamente han de vivir. Y cuando hablo de solidaridad, concretamente de negocio solidario, no es pensando en regalar nada, ni yo soy rico para hacerlo ni los pobres quieren tanta abrumadora e hipócrita caridad. Por tanto, de estas aclaraciones se desprende que de lo que trata es de ganar dinero (hacer negocio) con los pobres (no bancables pero que manejan dinero) de una manera que al tiempo es solidaria (porque se confía en ellos y se les da acceso a un techo digno).


Construir viviendas para pobres es un gran negocio, hay miles de millones de ellos. La fórmula para operar es muy sencilla, ofrecer precios extremadamente bajos que sean verdaderamente accesibles y luego compensarlo cobrándoles intereses por ofrecerles facilidades de pago. De esta manera el problema del banco no existe, a partir de miles de pobres que pagan cada mes se genera un fondo rotativo de dinero que provoca un flujo constante de capital circulante. Sí, ya sé que la pregunta sigue en el aire respecto a si los pobres pagarán su casa o no, pero eso sería lo mismo que dar por hecho que los pobres no conocen la palabra honor y no tienen principios, y eso es dar demasiado por hecho.

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